Por un lado, la administración de Donald Trump ha manifestado su interés en fortalecer el sector energético, especialmente la industria del petróleo y gas, como una estrategia para garantizar la seguridad energética del país y mantener la competitividad internacional. Esta decisión podría generar presiones alcistas en los precios, considerando también la necesidad de sostener la demanda por parte de sectores que se han vuelto muy relevantes como la tecnología, la manufactura y el transporte, que requieren un abastecimiento energético constante para sostener sus operaciones.

Sin embargo, un incremento desmedido del precio del petróleo podría ser desfavorable para Estados Unidos, ya que no sería conveniente para el comercio, a menos de que Estados Unidos tome provecho de la exportación de petróleo, que, según declaraciones de Trump, busca aumentar la producción energética en su mandato. Históricamente, un petróleo demasiado caro tiende a frenar el crecimiento económico y aumentar los costos de producción en diversas industrias. En este contexto, es probable que el petróleo se mantenga en un equilibrio; que se promueva un precio lo suficientemente alto como para beneficiar a los productores de energía locales, pero que no ahogue el consumo ni impacte negativamente en la inflación. Por ello, el precio del crudo podría estabilizarse en un rango ligeramente más alto, pero manteniéndose sostenido.

Ahora, continuando con esta polaridad, no solo Estados Unidos juega un papel importante en este precio del petróleo, también Las proyecciones de organismos internacionales como la OPEP y la AIE han aportado sus perspectivas para 2025. La OPEP ha señalado que la demanda global de petróleo continuará aumentando hasta 2025, impulsada por el crecimiento económico en países no pertenecientes a la OCDE. Y por su lado, la AIE prevé un superávit en la oferta de petróleo para 2025. También ha proyectado un avance en la transición energética hacia fuentes renovables, lo que podría limitar el crecimiento del precio del crudo a mediano plazo. Ambas entidades llevan su pronóstico a bajas en el precio. Este contexto sugiere que el precio del petróleo mantendrá una tendencia de volatilidad, influida tanto por los factores geopolíticos como por los cambios estructurales en la matriz energética mundial.