Migración y falta de incentivos frenan relevo generacional en el campo dominicano
La agricultura dominicana enfrenta un desafío crítico: el relevo generacional. Productores como José Rosa, dedicado al cultivo de aguacates, y Rafael Landestoy, productor de mango y leche, coinciden en que la falta de oportunidades en el campo ha llevado a las nuevas generaciones a emigrar hacia las ciudades, dejando atrás las tradiciones agropecuarias de sus familias.
Rosa señala que los jóvenes de hoy buscan mejores condiciones de vida y oportunidades que la agricultura tradicional, con sus métodos arduos y limitados, no ofrece. “La ciudad les promete educación, modernidad y un estilo de vida que sus padres y abuelos no pudieron alcanzar en el campo”, comentó el productor agropecuario. “Esa percepción está vaciando nuestras zonas rurales”, agregó.
Landestoy destaca que esta migración es consecuencia directa de la falta de servicios básicos en las zonas rurales, como agua potable, educación, salud y caminos adecuados.
Agregó que para revertir esta tendencia, el Gobierno debe diseñar políticas públicas que descentralicen la economía y fortalezcan el campo. “Sin estas medidas, los jóvenes seguirán viendo a las ciudades como la única salida para mejorar su calidad de vida”, afirmó.
Aunque la tecnificación ha llegado a algunas áreas del sector agrícola, Rosa advierte que no está al alcance de todos. Los pequeños productores, que representan una gran parte del agro dominicano, carecen de los recursos necesarios para adquirir equipos modernos. “La falta de acceso a préstamos y tecnología desmotiva a las nuevas generaciones, que ven un futuro incierto si permanecen en el campo”, expresó.
Landestoy coincide en que el Estado debe reorientar su enfoque hacia incentivos que no impliquen regalar recursos, sino capacitar y equipar a los agricultores para que puedan ser más productivos. “El productor necesita tecnología, educación y herramientas. Sin eso, no podrá competir ni ser sostenible. Es un cambio que debe iniciarse desde la política pública”, aseguró
El problema de la mano de obra también juega un papel crucial en esta crisis generacional. Según Landestoy, la dependencia de trabajadores inmigrantes, muchos de los cuales no están capacitados ni regularizados, dificulta la implementación de tecnologías avanzadas que requieren habilidades específicas.
A pesar de estos retos, ambos productores coinciden en que la agricultura sigue siendo un pilar fundamental de la economía dominicana. Sin embargo, insisten en que para que las futuras generaciones se interesen por el sector, es imprescindible una transformación integral que haga del campo un lugar atractivo y competitivo. “La solución no es simple, pero con una visión clara y un esfuerzo conjunto entre productores, Gobierno y sociedad, podemos garantizar que el agro dominicano siga siendo un motor de desarrollo económico y social para el país”, sostuvo Rosa.