Prácticas y oportunidades para la construcción del Desarrollo Sostenible en Comunidades Aledañas
En 2017, el Ministerio de Medio Ambiente declaró una nueva veda para eliminar la captura del Pez Loro. Como pez herbívoro, esa especie consume algas en los arrecifes, limpiando y protegiendo los corales. También sirve como una máquina de producción de la arena blanca que decora las playas del Caribe. Su excremento, constituido por roca y coral digerido, es arena blanca. Se estima que cada Pez Loro defeca alrededor de 200 litros de arena blanca al año. Una abundancia de Pez Loro, según científicos, corresponde a arrecifes saludables.
En República Dominicana, los peces loros son cada día más escasos. La pesca artesanal ha disminuido drásticamente la población de meros y pargos.
Mientras sus opciones de pesca tradicionales disminuyen, los pescadores reemplazan los peces de más alto valor económico por categorías de peces con menos valor, como el Pez Loro.
Alarmantemente, en Punta Cana, la zona turística de mayor importancia del país, la captura de este pez representa el 50% de la pesca local. Ese fenómeno señala una sobrepesca intensiva de una especie clave para las playas turísticas.
Sin embargo, ¿cuál será el impacto a los miles de pescadores artesanales que dependen de la pesca de Pez Loro para el sustento?
La experiencia de Fundación Grupo Puntacana puede ser ilustrativa para otras regiones del país. Hace cinco años, comenzamos a incorporar pescadores en nuestro proyecto de restauración de corales. Debido al crecimiento y éxito del proyecto, faltaba personal. La restauración de coral requiere mano de obra trabajando en viveros sub-marinos. Aunque no requiere mucha experiencia técnica, sí requiere experiencia práctica bajo el agua. En vez de entrevistar biólogos marinos, decidimos certificar y contratar a un grupo de pescadores locales.
Hoy en día, tenemos contratados tres equipos de “jardineros de coral,” representados por ex-pescadores que han abandonado la pesca artesanal.
Anteriormente vivían de arponear los peces colorados del arrecife. Hoy contribuyen a la conservación de los corales.
Entusiasmados con esa experiencia, priorizamos la contratación de pescadores en diferentes actividades de la Fundación Grupo Puntacana y empresas asociadas. Tratamos de ofrecer alternativas de empleo dignas y a la vez, disminuimos la pesca artesanal no regulada en los arrecifes. Complementamos la prohibición de la pesca con la incorporación de nuevas capacidades de los pescadores en la industria turística.
Hoy en día, La Asociación de Artesanos y Servicios Marítimos (ARSEMAR), una entidad compuesta por pescadores y sus familiares, ofrece una variedad de servicios y productos relacionados al mar. Además de “jardineros de coral,” producen artesanía, trabajan como capitanes de barcos, buzos y prestan otros servicios marítimos.
La lección más importante de esa experiencia es la necesidad de complementar los límites de explotación pesquera con la creación de nuevas oportunidades para la comunidad de pescadores y sus familias. El sector privado será un actor clave para encontrar soluciones de empleos nuevos. La integración del sector privado a las iniciativas de conservación del estado no es solamente una meta loable, es imprescindible.