Liderazgo en tiempos de Valor Compartido
La creación de valor compartido representa una estupenda posibilidad de crecimiento integral, para la organización, para su entorno inmediato y para la sociedad en general. Pese a ser una propuesta relativamente joven, empieza poco a poco a calar en una humanidad cansada de lo mismo y sedienta de una propuesta que genere beneficios a nivel no solo de capital, sino dentro de una integralidad que incluya sostenibilidad ambiental y crecimiento social.
Según investigaciones realizadas por el economista Michael Porter, quien fue el primero en acuñar el término, las estrategias derivadas de la decisión de generar valor compartido por parte de las organizaciones crean ventajas competitivas más sostenibles en el tiempo, por encima de medidas en solitario como mejoras al producto o racionalizar costos.
Y para dar ese salto organizacional, requerimos empezar por el liderazgo. ¿Somos líderes que crean valor compartido? ¿Cómo debe ser el liderazgo que necesitamos en una organización donde se generen estrategias de beneficio integral a partir de su propia cadena de valor? Mi propuesta inicia por humanizar las organizaciones.
Necesitamos aterrizar en el hecho de que existen multitud de desafíos a nivel de gestión del talento humano, debido a la diversidad generacional que convive día a día entre las paredes de una empresa, por lo cual los estilos de liderazgo que funcionaban hace algunos años ya están obsoletos.
Necesitamos empezar a humanizar las organizaciones de forma que sean lugares donde los colaboradores obtengan no solo su merecido beneficio económico, sino que puedan aspirar a lograr su plenitud como profesionales, encontrando sentido a lo que hacen. ¿Cómo humanizamos las organizaciones? Humanizando el liderazgo.
Y para ello, comparto algunos atributos clave que debemos valorar si queremos optar por crear valor compartido:
• Espiritualidad: Una correcta óptica de la espiritualidad nos ayudará a entender que solo estamos de paso en esta vida y vienen otros detrás de nosotros, entre los que podemos contar a nuestros hijos y nietos. No nos aventuramos a decir dónde ni cuándo, pero es necesario que le demos importancia a esta área de nuestra vida y, de esa forma, empezar a aumentar nuestro nivel de consciencia en cuanto al papel que podemos desempeñar en nuestras organizaciones y en la vida.
• Entusiasmo: El entusiasmo puede ser un arma de doble filo. Por sí mismo, es el principal multiplicador de fuerzas cuando se inicia un proyecto, pero también puede desmoronarse como un castillo de naipes trayendo abajo consigo ilusiones y esperanzas. Por ello, es necesario que decidamos ser entusiastas, día a día, paso a paso, en especial cuando el horizonte se torne oscuro.
• Visión estratégica: Si hablamos de valor compartido, requerimos ver más allá de nuestra oficina y de la visión organizacional que nos hayamos propuesto, debemos identificar también las necesidades de nuestro entorno y la forma de generar sinergias, teniendo presente que una estrategia de valor compartido no es un proyecto puntual de corto o mediano plazo, sino una relación generosa de larga duración. La aventura del liderazgo evoluciona constantemente y la creación de valor compartido es un semillero donde podemos crear también nuevos líderes comprometidos con un mundo mejor