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La compleja situación legal en EEUU después de que una jueza tumbase la orden que imponía el uso de mascarillas en el transporte

Una jueza federal puso fin esta semana a una orden nacional que hacía obligatorio el uso de mascarillas en el transporte público en Estados Unidos. Eso incluye vuelos, trenes y autobuses. La decisión tiene consecuencias inmediatas en todo el país, pero no todos los ciudadanos la experimentarán igual.

El complejo entramado de órdenes ejecutivas y decisiones judiciales sobre la COVID-19 choca ahora con lo que quieren hacer los gobiernos locales. Porque pese a que los mandatos de vacunas habían enfrentado muchas dificultades en los juzgados, las mascarillas habían sobrevivido. Hasta ahora.

El Departamento de Justicia dice que esperará a que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) decidan dar el siguiente paso. Mientras tanto, la conclusión judicial añade un capítulo a las controversias políticas que se dilatan desde que la pandemia aterrizó en Estados Unidos.

Mascarillas en el transporte en EEUU: una decisión sorprendente

Hace una semana, los CDC extendieron un requerimiento nacional para el uso obligatorio de mascarillas en el transporte público y los vuelos en Estados Unidos. La agencia quería hacer una evaluación de BA.2, la subvariante del coronavirus que ya representa la gran mayoría de los nuevos casos en el país.

Pero este pasado lunes, una jueza federal determinó que los CDC estaban abusando de su autoridad con la norma de las mascarillas. Y todo se remonta a la interpretación de la Ley de Servicios Públicos de Salud de 1944.

  • Esa ley incluye una regulación específica para el control de la transmisión de enfermedades infecciosas a través de agencias como los CDC.
  • En ella, los CDC están autorizados a elaborar y hacer cumplir regulaciones que crean necesarias para impedir la transmisión de enfermedades infecciosas desde el extranjero o entre estados.
  • Entre los ejemplos que menciona la ley se incluyen la inspección, la desinfección o el saneamiento.

Según la jueza federal, la ley no ofrece suficiente autoridad a los CDC como para obligar al uso de mascarillas en el transporte en Estados Unidos.

  • La jueza cree que los poderes de los CDC se limitan al saneamiento del transporte público en Estados Unidos, no a exigirle a los ciudadanos medidas de higiene como las mascarillas.
  • Y también, que si se interpreta como que los CDC tienen tanta autoridad como para exigir el uso de mascarillas, entonces también lo tiene para imponer la vacunación o la instalación de sistemas de filtrado de aire.
  • Los críticos con la decisión argumentan que la definición que la jueza hace de saneamiento [en inglés, sanitation] es muy limitada. Y que la interpretación en el contexto de la ley de 1944 es una forma de activismo judicial.

Una jueza controvertida

La decisión pilló por sorpresa a la Casa Blanca, que no tenía preparada una estrategia para lidiar con el bache judicial. Pero el nombre de la persona encargada del varapalo sobre el uso de mascarillas en el transporte de Estados Unidos fue menos sorprendente.

  • La decisión corrió a cargo de la jueza Kathryn Kimball Mizelle, nominada a un cargo vitalicio judicial federal en Florida por Donald Trump en noviembre de 2020.
  • La confirmación de Mizelle se produjo en la llamada sesión del pato cojo. Es el periodo entre que un presidente pierde unas elecciones o acaba mandato y se consolida el traspaso de poder.
  • El Colegio de Abogados de Estados Unidos determinó que Mizelle no estaba calificada para el cargo por falta de experiencia. Los senadores republicanos la confirmaron igualmente.

El Departamento de Justicia debe determinar ahora si quiere apelar la decisión de Mizelle. Si el Fiscal General Merrick Garland decide hacerlo, enfrentará dos problemas:

  • Primero, que las cortes podrían mantener la decisión de Mizelle y por tanto atentar contra la autoridad de los CDC para lidiar con futuras pandemias.
  • Segundo, que las cortes a las que apelarían son la Corte de Apelaciones del 11º Circuito y después la Corte Suprema. Ambas tienen mayorías conservadoras muy destacadas.

Mascarillas en el transporte de EEUU: tema local

Este martes, el Departamento de Justicia anunció que apelarán según lo que decidan los CDC. Si tras una evaluación la agencia determina que cabe reimponer la obligatoriedad de las mascarillas en el transporte de Estados Unidos, apelarán.

Mientras tanto, le corresponde a las autoridades locales y estatales, así como a las compañías privadas que lo prefieran, exigir el uso de mascarillas. Ya hay varios ejemplos de ello:

  • En Boston, Chicago, Seattle y San Francisco, la mascarilla seguirá siendo obligatoria en el transporte público.
  • Y en Nueva York, la mascarilla seguirá siendo obligatoria en taxis y compañías de transporte privado como Uber y Lyft.

Algunos estados y ciudades han tenido que lidiar con contradicciones legislativas y ejecutivas. Otros directamente han dejado caer todas las órdenes del uso obligatorio de mascarillas para pasar página.

  • En Atlanta, Washington D.C. y Nueva Jersey, la mascarilla dejará de ser obligatoria en el transporte público.
  • Y en Philadelphia, pese a que las autoridades locales reimpusieron el uso obligatorio de mascarilla en interiores hace una semana, también anunciaron esta semana el fin de ese mismo uso en el transporte público.

Y qué dice la gente

Esa clase de contradicciones promete socavar todavía más la popularidad de los mandatos sobre mascarillas.

  • El pasado marzo, una encuesta de la Kaiser Family Foundation vio que solo el 51 por ciento de los estadounidenses apoyaba mantener en pie la obligatoriedad del uso de mascarillas en el transporte público en Estados Unidos.
  • A ello se suman los problemas con los que han tenido que lidiar tantos empleados para exigir ese uso de mascarillas, con un aumento destacado de los enfrentamientos en los vuelos.

Las grandes aerolíneas estadounidenses ya han dicho que dejarán de exigir las mascarillas entre pasajeros y empleados. También lo ha dicho Amtrak, la red nacional de trenes de pasajeros. Así que por muchas apelaciones que se sucedan, es posible que para entonces la ciudadanía estadounidense ya se haya reacostumbrado a los tiempos de antes.